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  Testamento de Leví
 

 

 

TESTAMENTO DE LEVÍ

 

Cap. 1

1 Copia de las palabras de Leví, de cuanto ordenó a sus hijos antes de su muerte, de todo lo que habían de hacer y cuanto les acontecería hasta el día del juicio.

 

2 Gozaba aún de buena salud cuando los convocó a su presencia, pues le había sido revelado que iba a morir. Cuando se congregaron les habló así:

 

Cap. 2

 

1 Yo, Leví, fui concebido en Hanán y nací allí mismo; después vine con mi padre a Siquém.

 

2 Era joven, como de unos veinte años, cuando Simeón y yo tomamos venganza de Emmor por nuestra hermana Dina.

 

3 Cuando pastoreábamos nuestros rebaños en Abelmaul, vino sobre mí el espíritu de la sabiduría del Señor y contemplé cómo todos los hombres habían corrompido su camino y cómo la maldad había construido sus baluartes y la impiedad tenía su asiento en sus torres.

 

4 Sentí tristeza por el género humano y rogué al Señor cómo podría salvarme.

 

5 Cayó entonces sobre mí un sueño y contemplé una montaña elevada. (Era ésta el Monte del Escudo en Abelmaul.)

 

6 Se abrieron entonces los cielos, y un ángel de Dios me dijo: Leví, entra.

 

7 Subí desde el primer cielo al segundo y vi una masa de agua colgante entre éste y aquél.

 

8 Vi luego el tercer cielo, mucho más iluminado y brillante que los otros dos, pues había en él una luz ilimitada.

 

9 Pregunté al ángel. ¿Por qué es esto así? Me respondió: No te admires de ello, cuando hayas subido más verás otros cuatro cielos más brillantes y puros.

 

10 Estarás cerca del Señor, serás su servidor, anunciarás sus misterios a los hombres y proclamarás la redención futura de Israel.

 

11 (A través de ti y de Judá aparecerá el Señor entre los hombres, salvando a todo el género humano.)

 

12 Tu subsistencia provendrá de la porción del Señor; él será para ti campo, viña, frutos, oro y plata.

 

Cap. 3

 

1 Oye ahora sobre los siete cielos. El más bajo es el más triste, ya que contempla todas las injusticias de los hombres.

 

2 El segundo contiene fuego, nieve y hielo, preparados para el día en que el Señor dé la orden, en el curso del justo juicio de Dios. En él se hallan todos los espíritus que conducen a los impíos a su castigo.

 

3 En el tercero se encuentran las fuerzas de los ejércitos, dispuestas en el día del juicio a tomar venganza de los espíritus del error y de Beliar. Los que están en el cuarto cielo, sobre éstos, son santos.

 

4 En el más alto de todos habita la Gran Gloria, en el Santo de los Santos superior a toda santidad.

 

5 En el siguiente cielo se hallan los ángeles de la presencia del Señor, sus servidores, que interceden ante el Señor por todos los pecados de los justos cometidos inadvertidamente.

 

6 Ofrecen al Señor un sacrificio de suave olor, una ofrenda razonable y sin sangre.

 

7 En el de más abajo se encuentran los ángeles que llevan las respuestas a sus compañeros de la presencia de Dios.

 

8 En el siguiente se hallan los tronos y dominaciones, y se entonan himnos a Dios continuamente,

 

9 pues cuando el Señor dirige su mirada hacia nosotros, todos nos conmocionamos. También los cielos, la tierra y los abismos tiemblan en presencia

de su grandeza.

 

10 En cambio, los hijos de los hombres insensibles a todo esto no perciben esa realidad, pecan e irritan al Altísimo.

 

Cap. 4

 

1 Sábete, pues, que el Señor juzgará a los humanos porque, aunque se hiendan las piedras, se torne el sol en tinieblas, se sequen las aguas, se enfríe el fuego, se turbe toda la creación, queden aniquilados los espíritus inmortales (y el Hades sea despojado por los padecimientos del Altísimo), los seres humanos, desobedientes, continuarán en su maldad. Por ello serán castigados en el juicio.

 

 

2 El Altísimo ha oído tu plegaria para apartarte de la maldad, para que seas su hijo, siervo y ministro ante él.

 

3 Tú harás brillar en Jacob la luz resplandeciente de la sabiduría, y serás como el sol para toda la descendencia de Israel.

 

4 Dios te dará su bendición, a ti y a tu descendencia, hasta que el Señor visite a todas las naciones (por medio de las entrañas de misericordia de su hijo) para siempre. (Pero tus hijos pondrán sus manos sobre él y lo empalarán.)

 

5 Por esto te ha sido dada voluntad e inteligencia, para que sobre ello puedas instruir a tus hijos,

 

6 porque el que lo bendiga bendito será, y los que lo maldigan perecerán.

 

Cap. 5

 

1 El ángel me abrió entonces las puertas del cielo y vi el templo santo y al Altísimo sobre un trono de gloria.

 

2 Me dijo entonces: Leví, a ti te he entregado las bendiciones del sacerdocio hasta que venga yo para habitar en medio de Israel.

 

3 Entonces el ángel me condujo a tierra, me dio un escudo y una espada y me dijo: Toma venganza de Siquém por lo de Dina; yo estaré contigo, porque el Señor me ha enviado.

 

4 Acabé entonces con los hijos de Emmor tal como está escrito en las tablas celestiales.

 

5 Le pregunté: Por favor, señor, dime tu nombre, para que pueda invocarte en tiempos de tribulación.

 

6 Me respondió: Yo soy el ángel que intercede por el pueblo de Israel para que no acaben con él, ya que todos los espíritus malvados se lanzan contra él.

 

7 Luego me desperté y alabé al Altísimo con el ángel que intercede por el pueblo de Israel y por todos los justos.

 

Cap. 6

 

1 Cuando me dirigía a casa de mi padre encontré un escudo broncíneo. De aquí le viene el nombre de “Escudo” a esa montaña que está cerca de Gebal, a la derecha de Abilá.

 

2 Yo guardaba todas estas cosas en mi corazón.

3 Tomamos la determinación mi padre, mi hermano Rubén y yo de que éste dijera a los hijos de Emmor que se circuncidaran, pues ardía en celo sagrado a causa de la impiedad que habían cometido con Israel.

 

4 Maté primero a Siquém, y Simeón, a Emmor.

 

5 Luego vinieron mis hermanos y pasaron la ciudad a filo de espada.

 

6 Mi padre oyó lo ocurrido, se irritó y se entristeció, puesto que habían recibido la circuncisión para morir luego. Procedió de otra manera en sus bendiciones.

 

7 Pecamos, pues obramos contra su voluntad. En aquel día me puse enfermo.

 

8 Pero yo había visto que había una sentencia condenatoria de Dios contra Siquém, ya que pretendían hacer con Sara lo mismo que con Dina, nuestra hermana. Pero el Señor se lo impidió.

 

9 Del mismo modo habían perseguido a Abrahán nuestro padre, cuando residía entre ellos como forastero, e hicieron daño a sus ovejas cuando estaban preñadas, y a Jeblé, el siervo nacido en casa, lo maltrataron terriblemente.

 

10 Así obraban con todos los extranjeros, apoderándose por la fuerza de sus mujeres y expulsándolos del país.

 

11 Pero la ira de Dios cayó sobre ellos con todas sus consecuencias.

 

Cap. 7

 

1 Hablé así a mi padre: No te irrites, señor, porque el Señor aniquilará por tu mano a los cananeos y te dará su tierra, a ti y a tu descendencia.

 

2 Desde hoy Siquém se llamará la ciudad de los necios, porque como uno se burla de un tonto, así nos burlamos de ellos,

 

3 ya que habían cometido una locura con Israel: profanar a nuestra hermana.

 

4 Tomamos a nuestra hermana, levantamos nuestras tiendas y fuimos a Betel.

 

Cap. 8

 

1 Cuando pasaron setenta días tuve allí una visión como antes.

 

2 Vi a siete hombres, vestidos de blanco, que me decían: Levántate; cúbrete con la vestidura sacerdotal, la corona de la justicia, el pectoral de la sabiduría, el manto de la verdad, la diadema de la fe, la mitra del signo y el efod de la profecía.

 

 

3 Cada uno de ellos llevaba un objeto, me lo colocaron y me dijeron: Desde ahora eres sacerdote del Señor, tú y tu descendencia para siempre.

 

4 El primero me ungió con óleo sagrado y me dio el cetro del juicio.

 

5 El segundo me lavó con agua pura, me alimentó con pan y vino sacratísimos y me cubrió con un vestido santo y glorioso.

 

6 El tercero me tocó con un paño de lino parecido a un efod.

 

7 El cuarto me ciñó con un cinturón de color semejante a la púrpura.

 

8 El quinto me dio una rama de fecundo olivo.

 

9 El sexto me rodeó la cabeza con una corona.

 

10 El séptimo me ciñó la diadema sacerdotal; me llenó, además, las manos de incienso para oficiar ante el Señor.

 

11 Me dijeron todos: Leví: tu descendencia será dividida en tres funciones, como signo de la gloria del Señor que ha de venir.

 

12 La primera será una porción grande: más que ella no habrá ninguna.

 

13 La segunda será el sacerdocio.

 

14 La tercera recibirá un nombre nuevo, porque surgirá de Judá como rey (que creará un nuevo sacerdocio según el estilo de los pueblos para todas las gentes.

15 Su venida es impredecible, como propia de un profeta del Altísimo), venido de la estirpe de Abrahán, nuestro padre.

 

16 Todo lo apetecible que hay en Israel será para ti y tu descendencia; comerás todo lo hermoso de aspecto, y tu descendencia se repartirá la mesa del Señor.

 

17 De ella saldrán sumos sacerdotes, jueces y escribas; con su boca custodiarán el santuario.

 

18 Me desperté y comprendí que esta visión era semejante a la anterior.

 

19 Guardé todo ello en mi corazón y no se lo comuniqué a ningún ser humano sobre la tierra.

 

Cap. 9

 

1 Dos días después subimos Judá y yo con nuestro padre a visitar a Isaac.

 

2 Mi abuelo me bendijo según lo que se me había prometido en las visiones, pero no quiso venir con nosotros a Betel.

 

3 Cuando llegamos allí, mi padre Jacob tuvo una visión sobre mí: que yo sería su sacerdote ante Dios.

 

4 Levantándose de mañana, ofrendó al Señor por mi medio el diezmo de todo.

 

5 Llegamos a Hebrón para morar allí:

 

6 Isaac me exhortaba continuamente a tener siempre presente la ley del Señor, tal como me indicó el ángel del Señor.

 

7 Él me enseñó también las disposiciones del sacerdocio, de los sacrificios, holocaustos, primicias, sacrificios voluntarios y pacíficos.

 

8 Me instruía cada día continuamente y andaba ocupado ante el Señor por mi causa.

 

9 Me decía: Guárdate, hijo, del espíritu de la fornicación, pues es perseverante y va a profanar el santuario por medio de tu descendencia.

 

10 Toma mujer en tu juventud, irreprochable y sin mancilla, y que no proceda de estirpes extranjeras.

 

11 Báñate antes de entrar en el santuario, y al momento de sacrificar, lávate, y cuando de nuevo profanes la ofrenda, lávate otra vez.

 

12 Ofrece al Señor doce árboles de hoja perenne, como me enseñó Abrahán a mí.

 

13 Ofrece sacrificios al Señor de todo animal y volátil puro.

14 Ofrece las primicias de todo primogénito y del vino. Sazonarás

todos los sacrificios con sal.

 

Cap.10

 

1 Guarden, pues, hijos, todo cuanto les ordeno, porque les he comunicado lo que he oído de mis padres.

2 Inocente soy de sus impiedades y prevaricaciones que cometerán al final de los tiempos (contra el Salvador del Mundo), actuando impíamente, haciendo errar a Israel y acarreándole grandes males de parte del Señor.

 

3 Actuarán tan malvadamente en Israel, que Jerusalén no podrá resistir ante su maldad, (se rasgará en dos la cortina del templo con tal de no cubrir su desvergüenza),

 

4 serán desperdigados como cautivos entre los gentiles y servirán de oprobio, maldición y desprecio.

 

5 La casa que se elegirá el Señor ha de llamarse Jerusalén, como se halla escrito en el libro de Enoc, el justo.

 

Cap. 11

 

1 Tomé mujer cuando tenía veintiocho años; su nombre era Melca.

 

2 Concibió, parió un hijo y le puso por nombre Gersán; porque éramos extranjeros en nuestra propia tierra.

 

3 Vi en visión sobre él que no habría de estar entre los primeros.

 

4 Kaat nació cuando tenía yo treinta y cinco años, hacia la puesta del sol.

 

5 Vi de él en visión que estaba en lo alto, en medio de toda la asamblea.

 

6 Por ello le llame Kaat (que significa comienzo de la grandeza y del avance).

 

7 Melca me parió un tercer hijo, Merarí, en el año cuadragésimo de mi vida. Como su madre tuvo dificultades en el alumbramiento, le llamó Merarí, que significa “mi amargura”; (él, ciertamente, murió).

 

8 Jokábed nació en Egipto en el año sexagésimo cuarto de mi vida, pues gozaba de renombre entonces entre mis hermanos.

 

Cap. 12

 

1 Gersán tomó mujer, que le parió a Lomrí y a Semeí.

 

2 Los hijos de Kaat fueron: Ambrán, Isaar, Hebrón y Oziel.

 

3 Los de Merarí se llamaron Moolí y Omusí.

 

4 En el año nonagésimo cuarto de mi vida tomó Ambrán a Jokábed, mi hija, como mujer (en el mismo día habían nacido él y mi hija).

 

5 Ocho años tenía cuando entré en tierra de Canaán; dieciocho cuando maté a Siquém, diecinueve cuando fui consagrado sacerdote, y veintiocho cuando tomé mujer; con cuarenta años entré en Egipto.

 

6 Ustedes son, hijos míos, la tercera generación.

 

7 Cuando yo tenía ciento dieciocho años, murió José.

 

Cap. 13

 

1 Hijos míos, esto les mando ahora: teman a nuestro Señor con todo el corazón;

caminen con sencillez de acuerdo con su ley.

 

2 Enseñen a leer a sus hijos, para que tengan sabiduría durante toda su vida,

leyendo sin descanso la ley de Dios.

 

3 Porque todo aquel que conoce la ley del Señor, tendrá honra; no será un extraño allá donde vaya.

 

4 Conseguirá en verdad muchos amigos, más que sus padres. Muchos hombres anhelarán ser su servidor y escuchar la ley de sus labios.

 

5 Obren la justicia, hijos míos, sobre la tierra, y la hallarán en los cielos.

 

6 Siembren el bien en sus almas, para que lo encuentren en sus vidas. Pues, si siembran el mal, cosecharán inquietud y tribulación.

 

7 Adquieran diligentemente la sabiduría con el temor de Dios. Porque, aunque los conduzcan a la esclavitud, destruyan las ciudades y sus tierras, perezcan el oro, la plata y todas las riquezas, nadie podrá arrebatar al sabio la sabiduría, salvo la ceguera de la impiedad y la obstinación pecaminosa.

 

8 La sabiduría será para él luz entre los enemigos, patria en tierra extraña y amiga en medio de los adversarios.

 

9 Si enseñas esto y lo pones en práctica, te sentarás en el trono con los reyes, como José nuestro hermano.

 

Cap. 14

 

1 Hijos, sé por el libro de Enoc que al final pecarán contra el Señor, lanzando sus manos a toda clase de maldad. Pero sus hermanos se avergonzarán de ustedes y los convertirán en oprobio a los ojos de los gentiles.

 

2 (Su padre Israel estará limpio de las impiedades de los sumos sacerdotes, quienes pondrán sus manos sobre el salvador del mundo).

 

3 El cielo es más puro que la tierra; y ustedes, las luminarias de Israel, son como el sol y la luna.

 

4 ¡Qué no harán los gentiles si la impiedad los convierte en tinieblas y atraen la maldición sobre su raza, sobre la que brilla la luz de la ley, otorgada a ustedes para iluminación de todos los mortales! ¡Ésta es la que pretenden aniquilar enseñando mandamientos contrarios a los preceptos de Dios!

 

5 Saquearán las ofrendas del Señor, robarán de sus porciones, se apropiarán de lo más selecto antes del sacrificio, devorándolo luego con prostitutas, llenos de desprecio (por la ley divina).

 

6 Enseñarán por avaricia los mandamientos del Señor, profanarán a las mujeres casadas, mancharán a las vírgenes de Jerusalén y se unirán a prostitutas y adúlteras. Tomarán como mujeres a las hijas de los gentiles, purificándolas con una purificación ilegal, y su unión será como las de Sodoma y Gomorra, por la impiedad.

 

7 Se hincharán de orgullo por su sacerdocio, insolentándose contra los hombres. Y no sólo eso, sino incluso contra los mandamientos de Dios;

 

8 llenos de orgullo, se burlarán de lo santo entre risas y desprecio.

 

Cap. 15

 

1 Por todo ello, el templo que se elegirá el Señor quedará desierto y profanado; ustedes serán conducidos a la esclavitud entre las naciones.

2 Serán para ellos abominación, y el justo juicio de Dios los condenará a oprobio y

vergüenza eternos

 

3 y todos los que los vean huirán de ustedes.

 

4 Si no fuera por Abrahán, Isaac y Jacob, nuestros antepasados, ni uno sólo de mi descendencia quedaría sobre la tierra.

 

Cap. 16

 

1 He leído en el libro de Enoc que andarán errantes durante setenta semanas y que mancharán el sacerdocio y profanarán los sacrificios.

2 Alterarán la ley y despreciarán las palabras de los profetas. Por su mala conducta perseguirán a los justos y odiarán a los piadosos, abominando las palabras de quienes profieren la verdad.

 

3 (Al hombre que renovará la ley por la potencia del Altísimo lo tacharán de impostor y al final, tal como lo pensaron, lo matarán sin llegar a conocer su dignidad, permitiendo, por su maldad, que se derrame sangre inocente sobre sus cabezas).

 

4 Por su causa quedará desierto su santuario, impuro hasta el suelo.

 

5 No habrá lugar suyo que sea puro. Diseminados entre los gentiles, serán para ellos una maldición hasta que él los visite de nuevo y, lleno de compasión, los reciba (en la fe y en el agua).

 

Cap. 17

 

1 Ya que han oído lo de las setenta semanas, escuchen ahora lo del sacerdocio.

 

2 En cada jubileo habrá un sacerdocio. En el primero, el primer ungido para el sacerdocio será grande y hablará con Dios como con un padre, y su sacerdocio será perfecto con el Señor. (Y en el día de su alegría resucitará para salvación del mundo).

 

3 En el segundo jubileo, el ungido será presa del dolor por los amados, pero su sacerdocio será honorable, y todos le honrarán.

 

4 El tercer sacerdote será recibido con tristeza.

 

5 El cuarto vivirá entre dolores, porque la maldad se amontonará sin límites contra él, pues todos los habitantes de Israel odiarán a su prójimo.

 

6 El quinto será recibido en momento de tinieblas;

 

7 de igual modo, el sexto y el séptimo.

 

8 Durante su época habrá tal profanación, que no puedo hablar de ella ante Dios ni ante los hombres: ellos, que la cometen, lo sabrán.

 

9 Por esto se verán sometidos a la esclavitud y al pillaje; su tierra y su hacienda desaparecerán.

 

10 Pero en la quinta semana volverán a su tierra desolada y reedificarán la casa del Señor.

 

11 En el séptimo vendrán sacerdotes idólatras, pendencieros, codiciosos, soberbios, impíos, licenciosos y corrompedores de muchachos y animales.

 

Cap. 18

 

1 Después que el Señor haya tomado venganza de ellos se interrumpirá el sacerdocio.

 

2 Entonces suscitará el Señor un sacerdote nuevo, a quien serán reveladas todas las palabras del Señor. Él juzgará rectamente en la tierra durante muchos días.

 

3 (Su estrella se levantará en el cielo como un rey, brillando como luz del conocimiento al igual que el sol durante el día, y será ensalzado en el mundo hasta su recepción).

 

4 Brillará como el sol en la tierra, eliminará todas las tinieblas bajo el cielo, y habrá paz en todo el mundo.

 

5 Los cielos se regocijarán en sus días, y la tierra se alegrará. Las nubes exultarán; el conocimiento del Señor se verterá sobre la tierra como agua de los mares; y los ángeles de la gloria (de la faz del Señor) se alegrarán en él.

 

6 (Los cielos se abrirán) y desde el templo glorioso bajará sobre él la santificación con la voz del Padre, como la de Abrahán a Isaac.

 

7 Le será concedida la gloria del Altísimo, y el espíritu de sabiduría y santidad reposará sobre él (en agua).

 

8 Él transmitirá a sus verdaderos hijos la grandeza del Señor por siempre, y no tendrá otro sucesor de generación en generación eternamente.

 

9 Durante su sacerdocio, los pueblos gentiles de la tierra abundarán en conocimiento y se verán iluminados por la gracia del Señor. (Pero Israel disminuirá por la ignorancia y se llenará de tinieblas en su duelo). Durante su sacerdocio se eliminará el pecado, y los impíos cesarán de obrar el mal. (Pero los justos encontrarán descanso en él).

 

10 Él abrirá ciertamente las puertas del paraíso y apartará de Adán la espada amenazante.

 

11 A los santos dará a comer del árbol de la vida, y el espíritu de la santificación estará sobre ellos.

 

12 Él atará a Beliar y dará poder a sus hijos para pisotear a los malos espíritus.

 

13 El Señor se regocijará en sus hijos y pondrá sus complacencias en sus amados para siempre.

 

14 Entonces exultarán Abrahán, Isaac y Jacob. Yo me alegraré también y todos los santos se revestirán de alegría.

 

Cap. 19

 

1 Ahora, hijos míos, escuchen esto: escojan ustedes mismos entre la oscuridad y la luz; entre la ley del Señor y las obras de Beliar.

 

2 Respondimos todos a nuestro padre: Caminaremos delante del Señor, según su ley.

3 Añadió nuestro padre: Testigos son el Señor y sus ángeles; testigo yo y todos ustedes de las palabras de mi boca. Respondimos: Testigos somos.

 

4 Y así acabó nuestro padre de dar órdenes y recomendaciones a sus hijos; extendió sus pies y se unió a sus padres tras haber vivido ciento treinta y siete años.

 

5 Le colocaron en un ataúd, y posteriormente lo enterraron en Hebrón al lado de Abrahán, Isaac y Jacob.

 

 
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