El reino de mil años de Dios
¿Podemos conocer el plan de Dios para el mundo
y la fecha del inicio de su reino?
Quedaron, pues, acabados, los cielos y la tierra, y todo el ornato de ellos. Y completó Dios al séptimo día la obra que había hecho; y el día séptimo descansó de todas las obras que había acabado. (Génesis 2: 1,2)
Mas, ¡oh amados!, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. (II Pedro 3:
Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años. (Apocalipsis 20: 1-6)
Y en aquel tiempo, cuando te sea dado por Dios el respirar de tus trabajos y de tu opresión y de la dura esclavitud a que estuviste sujeto, toda la tierra está en silencio y en paz y se huelga y regocija. (Isaías 14: 3,7)
Puesto que se nos anunció también a nosotros del mismo modo que a ellos. Pero a ellos no les aprovecho la palabra o promesa oída por no ir acompañada con la fe de los que la oyeron.
Al contrario, nosotros que hemos creído, entraremos en el descanso, según lo que dijo: Tal es el juramento que hice en mi indignación: jamás entrarán en mi descanso y es el descanso en que habita Dios, acabadas ya sus obras desde la creación del mundo. Porque en cierto lugar hablo así del séptimo día: y descansó Dios al día séptimo de todas sus obras. (Hebreos 4:1-11)
6,000 años de historia humana desde la creación de Adán en la tierra.
Entre la creación de Adán y el diluvio de los días de Noé transcurrieron 1.656 años.
En Génesis 5:3 leemos que Adán tenía 130 años cuando nació Set. Si sumamos a esto la edad de cada patriarca al nacimiento de su hijo, más la edad de Noé en el momento del diluvio, tendremos 1.656 años.
Génesis 5:3-29, 7:11
Cumplió Adán los ciento treinta años de edad y engendró un hijo a imagen y semejanza suya a quien llamó Set. Los días de Adán, después de que engendró a Set, fueron ochocientos años y engendró hijos e hijas.
Y así todo el tiempo que vivió Adán fue de novecientos y treinta años y murió. Y vivió Set ciento y cinco años y engendró a Henos.
Set después que engendró a Henos vivió ochocientos y siete años y engendró hijos e hijas. Con lo que todos los días de Set vinieron a ser novecientos y doce años y murió.
Henos vivió noventa años y engendró a Cainán, después de cuyo nacimiento vivió ochocientos y quince años, en los cuales tuvo hijos e hijas. Y todos los días de Henos fueron novecientos y cinco años y murió.
Vivió también Cainán setenta años y engendró a Malaleel, ochocientos y cuarenta años y tuvo hijos e hijas. Vivió Malaleel sesenta y cinco años y engendró a Jared. Y después de haber engendrado a Jared, vivió Malaleel ochocientos y treinta años y engendró hijos e hijas.
Con que toda la vida de Malaleel fue de ochocientos y noventa y cinco años y murió. Jered vivió ciento y sesenta y dos años y engendró a Henoc. Y vivió Jered después del nacimiento de Henoc ochocientos años y engendró hijos e hijas.
Y así toda la vida de Jared fue de novecientos sesenta y dos años y murió. Y vivió Henoc sesenta y cinco años y engendró a Matusalén. Y el proceder de Henoc fue según Dios, y vivió, después de haber engendrado a Matusalén trescientos años y engendró hijos e hijas.
Y todos los días de Henoc fueron trescientos y sesenta y cinco años. Y siguió caminando en pos de Dios y desaparecióse, porque Dios le trasladó. Matusalén vivió ciento ochenta y siete años y engendró a Lamec.
Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos y ochenta y dos años y engendró hijos e hijas.
Con que todos los días de Matusalén fueron novecientos setenta y nueve años y murió. Lamec a los ciento ochenta y dos años de su vida engendró un hijo, al cual llamó Noé, diciendo: Éste ha de ser nuestro consuelo en medio de los trabajos y fatigas de nuestras manos, en esta tierra que maldijo el Señor.
A los seiscientos años de vida de Noé, en el mes segundo, a diecisiete días del mismo mes, se rompieron todas las fuentes o depósitos del grande abismo de los mares y se abrieron las cataratas del cielo.
Entre el diluvio y la muerte de Taré, cuando Abram salió de Harán, transcurrieron 427 años (Génesis 11:10-32.)
Esta es la descendencia de Sem: Sem era ya de cien años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. Y vivió Sem después que engendró a Arfaxad quinientos años y engendró hijos e hijas.
Y Arfaxad a los treinta y cinco años de su vida engendró a Sale. Después de lo cual vivió Arfaxad trescientos y tres años y tuvo hijos e hijas.Y Sale a los treinta años de su vida engendró a Heber. Y vivió Sale, después de engendrar a Heber, cuatrocientos y tres años y tuvo hijos e hijas.
Mas Heber a los treinta y cuatro años de su vida engendró a Faleg.
Después de lo cual vivió Heber cuatrocientos y treinta años y tuvo hijos e hijas.
Faleg así mismo a los treinta años de su edad engendró a Reu. Y vivió Faleg después de que engendró a Reu, doscientos y nueve años y tuvo hijos e hijas.
Reu vivió treinta y dos años y engendró a Sarug. Después de lo cual vivió Reu doscientos y siete años y tuvo hijos e hijas.
También Sarug a los treinta años de su vida engendró a Nacor. Después de lo cual vivió doscientos años y tuvo hijos e hijas.
Nacor vivió veinte y nueve años y engendró a Tare. Y vivió Nacor, después de engendrado Tare, ciento y diez y nueve años y tuvo hijos e hijas.
Tare, cumplidos setenta años de su vida engendró a Abraham y a Nacor y a Arán. Y esta es la descendencia de Tare: Tare engendró a Abram, a Nacor y a Arán. Y Arán engendró a Lot.
Y murió Arán antes que su padre Tare, en la tierra de su nacimiento en Ur de los Caldeos.
Abram y Nacor tomaron a su tiempo mujeres: el nombre de la mujer de Abram era Sarai; y el de la mujer de Nacor, Melca, hija que fue de Arán, padre de Melca y padre también de Jesca. Sarai empero era estéril y no tenía hijos.
Tare, pues, tomó consigo a Abram su hijo, y a su nieto Lot, hijo de Arán; y a Sarai su nuera, esposa de su hijo Abram y sacóles de Ur de los caldeos, con ánimo de pasar a tierra de Canaán; y llegaron hasta la ciudad de Harán y se establecieron allí.
Murió Tare en Harán siendo de doscientos y cinco años de edad.
Tenía Abram 75 años cuando se fue de Harán Génesis 12:4. (2 años después del diluvio + la edad de cada patriarca al nacimiento de su hijo desde Arpaksad hasta Nacor 220 + los días que vivió Taré 205 = 427 años)
Salió, pues Abram, como se lo había ordenado el Señor, y partió con él Lot; de setenta y cinco años era Abram cuando salió de la ciudad de Harán.
La edad que tenía Abraham cuando Dios hizo el pacto de la circuncisión con él era 99 años, y 75 años tenía cuando salió de Harán. Desde la salida de Harán hasta el establecimiento del pacto transcurrieron 24 años.
Mas después de que hubo entrado en los noventa y nueve años, aparecióle el Eterno y le dijo: Yo soy el Dios todopoderoso, camina como siervo fiel delante de mí y sé perfecto.
Y yo confirmaré mi alianza entre mí y entre ti y te multiplicaré más y más en gran manera. Postróse Abram sobre su rostro. Y díjole Dios: Yo soy, y mi pacto será contigo y vendrás a ser padre de muchas naciones. (Génesis 17:1-10)
Los años que transcurrieron desde el establecimiento del pacto con Abraham y el pacto del Sinaí fueron 430 años.
Esto, pues digo: El pacto previamente ratificado con Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa (Gálatas 3:16,17)
Los años que transcurrieron entre el éxodo y el cuarto año del Rey Salomón, durante el cual se inició la construcción del templo fueron 480. (Utilizando registros seculares, la mayoría de los eruditos sitúan el cuarto año del reinado de Salomón aproximadamente en el 966 ac.)
Comenzóse a edificar la Casa del Señor en el año cuatrocientos y ochenta, después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, el año cuarto del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Cío, esto es, el mes segundo. (1 Reyes 6:1)
Si sumamos los números 1.656 (desde la creación de Adán y el diluvio) + 427 (entre el diluvio y la muerte de Taré a la salida de Harán) + 24 (entre la salida de Harán y el pacto con Abraham) + 430 (desde el pacto con Abraham y el pacto del Sinaí) + 480 (entre el éxodo y el reinado de Salomón) + 966 (desde el reinado de Salomón hasta el nacimiento de Cristo). La fecha aproximada en que fue creado Adán es de 3983 años .
3983 años trascurridos (4,000 años A.C + 2, 000 años a la actualidad = 6,000 años)
Con lo que restan 1,000 años del reino de Jesucristo en la tierra, para que se cumplan los 7,000 años del plan de Dios.
Hay que tener en cuenta que, en determinada época, se cambió el calendario lunar que era de 360 días, por el solar que tiene 365 días. El calendario gregoriano que utilizamos no nos aproxima con exactitud.
¿Qué es el REINO DE DIOS?
SUCESIÓN DE REINOS Y EL COMIENZO DEL REINO DE DIOS
Porque un niño nos ha nacido, y se nos ha dado un hijo, el cual lleva sobre sus hombros el principado, y tendrá por nombre Admirable; el Consejero, Dios, el Fuerte, el Padre del siglo venidero, el Príncipe de paz. Su imperio se extenderá, y la paz no tendrá fin; se sentará sobre el trono de David; y poseerá su reino para afianzarlo y consolidarlo, haciendo reinar la equidad y justicia, desde ahora y para siempre (Isaías 9:6,7).
Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin (Lucas 1:32,33).
Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.
Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro.
Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.
Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.
Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación (Daniel 2).
Daniel hace referencia al rey Nabucodonosor sobre la visión de sucesión de reinos a lo largo de la historia, desde el momento de su época, la cual era el reinado de Babilonia, hasta los tiempos del fin, en los cuales el Dios del cielo terminaría con el sistema de gobierno humano y lo reemplazaría por su reino, el reino de los cielos en la tierra.
LAS NACIONES NO SE ADIESTRARÁN MÁS EN LA GUERRA
Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que el monte en que se erigirá la Casa del Eterno, tendrá sus cimientos sobre la cumbre de todos los montes, y se elevará sobre los collados, y correrán a ella todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos y dirán: Vamos, subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob, y él nos enseñará sus caminos y por sus sendas andaremos; porque de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra del Eterno.
Y el será juez de toda gente, y convencerá a muchos pueblos; los cuales forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en azadones, no alzará más espada nación contra nación ni se adestrarán más para la guerra (Isaías 2:2-4).
El único juez sobre toda la tierra, el Dios del cielo, con Jerusalén como capital del gobierno mundial de su reino, todas las naciones se someterán a él, porque rectos y justos son sus caminos y por ellos andaremos. La palabra guerra será borrada sobre la tierra, y la paz prevalecerá.
No saben ustedes que el Eterno Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto perpetuo? (2 Crónicas 13:5).
Y ahora ustedes tratan de resistir al reino del Eterno en mano de los hijos de David, porque son muchos, y tienen con ustedes los becerros de oro que Jeroboam les hizo por dioses (2 Crónicas 13:8).
El cetro real fue dado a David y a su descendencia, de la cuál proviene Jesucristo. Muchos resisten al reino de Dios por medio de la adoración de toda clase de imágenes, siendo que es el primero y más importante de los mandamientos:
No tendrás otros dioses delante de mí. No harás para ti imagen de escultura, ni figura alguna de las cosas que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni de las que hay en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni darás culto, porque yo soy el Eterno Dios tuyo que castigo en los hijos la maldad de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago uso de misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos (Deuteronomio 5:7-10).
Claro está, los que no guarden estos mandamientos, no verán el reino de Dios, y su castigo es por generaciones, mas los justos, heredarán el reino.
ANUNCIAMIENTO DEL REGRESO DE JESUCRISTO A LA TIERRA Y LA INSTAURACIÓN DE SU GOBIERNO
Yo estaba, pues, observando en la visión nocturna, y he aquí que venía entre las nubes del cielo uno que parecía el Hijo del hombre, quien se adelantó hacia el Anciano de días, y le presentaron ante él. Y se le dio esta potestad, el honor y el reino; y todos los pueblos, tribus y lenguas le servían a él; la potestad suya es potestad eterna que no le será quitada, y su reino es indestructible (Daniel 7:13,14).
Hasta tanto que llegó el anciano de días, y sentenció a favor de los santos del Altísimo, y vino el tiempo, y los santos obtuvieron el reino.
Y se celebrará juicio, a fin de que se le quite el poder (al gobierno humano) y sea destruido y perezca para siempre. Y para que el reino, y la potestad, y la magnificencia del reino, cuanta hay debajo de todo el cielo, sea dada al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino sempiterno, y a él le servirán y obedecerán los reyes todos (Daniel 7: 22, 26-27).
Mas esto dice el Eterno de los ejércitos. Yo he vuelto ahora a Sión y moraré en medio de Jerusalén y ella será llamada Ciudad de la verdad y el monte del Dios de los ejércitos, monte santo (Zacarías 8:3).
El Eterno de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra (Isaías 37:15).
Años antes del nacimiento de Jesucristo, los profetas ya habían anunciado el reino de Dios, pero cuando él llegó a la tierra, empezó a predicar las nuevas buenas del reino, y su ministerio duró tres años y medio en los cuales anunció lo que sería el reino de los cielos, el cuál ya se había acercado.
¿EL REINO DE DIOS ES LO MISMO QUE EL REINO DE LOS CIELOS?
El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio (Marcos 1:15).
Les digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él (Lucas 7:28).
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los valientes lo arrebatan (Mateo 11:12).
Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, Enderecen sus sendas (Mateo 3:3).
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 4:17).
Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5:3).
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5:10).
Felices y por buen camino van todos los que son humildes, ellos heredarán el reino, y aquellos cuya persecución y rechazo sea por defender la palabra de Dios y el nombre del Eterno.
Bienaventurados son cuando por mi causa los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes, mintiendo (Mateo 5:11).
De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos (Mateo 5: 19).
Así entonces el reino de los cielos es el reino de Dios en la tierra:
Ustedes, pues, orarán así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy (Mateo 6:9-11).
Santo, que quiere decir apartado, es el nombre del Dios Eterno, venga tu reino a los hombres, como lo es en el cielo, lo sea en la tierra. El pan, que es también la palabra de Dios, no nos falte de día en día. Es de notar que este modelo de oración involucra en primer lugar dar gloria a Dios, después la petición que su reino sea prontamente instaurado; en tercer lugar pedimos todas las cosas según la voluntad de Él y por último que nunca nos falte el alimento espiritual que es su Palabra. Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).
BUSCANDO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA
No se afanen, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero su Padre celestial sabe que tienen necesidad de todas estas cosas. Mas busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas (Mateo 6:31-33).
Cuando Jesús ministraba en la ciudad de Capernaum, vino un centurión pidiéndole sanara a su criado, sólo di la palabra y se sanará decía él, y Jesús se maravilló de su fe.
Y les digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y crujir de dientes (Mateo 8:11-12).
Así, a partir de la fe en Jesucristo, toda gente tiene salvación, aunque no sean descendientes del pueblo de Israel, que es el pueblo de Dios, ya que aun ellos mismos, cuando no tengan la fe en su salvador no pueden tener parte en el reino, basta recordar que los propios judíos (fariseos) llevaron a Jesucristo al sacrificio, por no reconocer a su redentor.
Mas los fariseos, al oírlo decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado....... Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo pues permanecerá su reino?........ Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios (Mateo 12: 24-28).
Las PARÁBOLAS del reino
Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a ustedes les es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.
Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oirán, y no entenderán; y viendo verán, y no percibirán.
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, ni con el corazón entiendan, ni se conviertan, y yo los sane.
Pero bienaventurados sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen. Porque de cierto les digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que ven, y no lo vieron; y oír lo que oyen, y no lo oyeron (Mateo 13:11-17).
Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo (Mateo 13:34-35).
LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR
Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.
Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. (Mateo 13)
LA PARÁBOLA DE LA CIZAÑA
Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero. (Mateo13)
Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.
De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así seráen el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga. (Mateo 13:36-43)
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA DE MOSTAZA
Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas. (Mateo13)
LA PARÁBOLA DE LA LEVADURA DE CERVEZA
Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
LA PARÁBOLA DEL TESORO
Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. (Mateo 13:44)
LA PARÁBOLA DE LA PERLA
También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. (Mateo 13:45-46)
LA PARÁBOLA DE LA RED
Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 13:47-50)
LA PARÁBOLA DE LA VIÑA
Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron.
Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.
Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.
El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. (Mateo 20:1-16)
PARÁBOLA ACERCA DE ISRAEL
Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.
Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon.
Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad.
Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo.
Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. (Mateo 21:33-44)
LA PARÁBOLA DE LAS BODAS
Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas.
Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad.
Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis.
Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. (Mateo 22:1-14)
LA PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.
Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. (Mateo 25:1-13)
LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS
Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mateo 25:14-30)
El evangelio del reino
Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron. Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él. (Mateo 18:15-17)
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. (Juan 3: 4)
Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. (Corintios 4: 19)
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (Corintios 6: 8-11)
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. (Corintios 15: 49)
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5: 19-22)
Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (Efesios 5: 4)
Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. (Hebreos 1:7)
Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? (Santiago 2:4)
El reino de Dios con los hombres
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. (Apocalipsis 21: 1-8)